Banderas cercanas

2009 Octubre 30
Por Saúl Ramos

Amén de algún que otro galacticidio frente al geriátrico milanés, la campanada tártara que clausuró el ambiente de tri-tranquilidad que rezumaba Can Barça y el penoso periplo continental de nuestros pupas habituales, el más sonado fracaso a estas alturas de Champions lo siguen protagonizando aquella decena de aficionados quienes allá por septiembre decidieron alzar su voz contra las nuevas camisetas (adornadas ostentosamente en rojo y gualda) que el Sevilla ya ha paseado por medio continente.

“Por la unión del sevillismo, no más marketing españolista”, rezaba la infructuosa campaña contra las tuneadas elásticas hispalenses. El hecho de que a estas alturas sea el Sevilla el único equipo nacional que cuenta sus partidos europeos por victorias y que comparta ese honor sólo con otros tres conjuntos de prestigio -Manchester United, Chelsea y Lyon- ha hecho que esta iniciativa haya ido perdiendo fuerza, si es que alguna vez la tuvo.

NAVAS

 

En cualquier caso, esto me ha hecho reflexionar sobre la extendida moda de las banderitas, ya sean nacionales o autonómicas, que van colonizando las camisetas de los equipos de fútbol junto, claro está, a los patrocinadores de turno.

De primeras, a este humilde bloguero le resulta un tanto chocante ver a un equipo enseñoreando la rojigualda (y goleando) en Stuttgart con once extranjeros en la convocatoria, de cinco nacionalidades y tres continentes distintos. Ya sé que el fútbol se ha globalizado y que hasta en los Tercios de Felipe II había napolitanos,  valones o borgoñones, pero la paradoja es evidente.

Sirva sin embargo para que el Sevilla mantenga su estética patriotera el hecho de que con ella, simplemente, gana. Porque puestos a rebuscar la relación que históricamente el fútbol mantiene con las enseñas nacionales, ningún buen aficionado olvida el ejemplo de la Selección brasileña, que sólo es La Canarinha desde 1950, cuando, tras el maracanazo, con Rio envuelto en un mar de lágrimas y las garotas tirándose de los alto del Pan de Azúcar sobre la Bahía de Guanabara, sus dirigentes decidieron cambiar los colores blanco y azul, manchados para siempre con la mancha del fracaso frente a los uruguayos, por los de la bandera del ordem e progresso con la que ,seis décadas después, han conquistado cinco mundiales.

Paco Umbral decía aquello de que el deporte es una estilización de la guerra y, como en ella, las banderas son elemento recurrente para motivar a la tropa. Al fin y al cabo hasta el Barcelona lleva los colores del cantón suizo en el que nació su fundador, Hans Gamper, y su capitán gusta de besuquear la senyera cuando toma al asalto el Bernabéu.

Pero uno siempre prefirió la historia del Boca Juniors cuyos creadores decidieron decidir los colores de su nuevo club sentados en el puerto de Buenos Aires e imitando los mismos del primer barco que atracase por allí. Como quiera que el paquebote llevaba la enseña sueca, desde entonces la mitad más uno de los argentinos visten sus sentimientos de auriazul.

Tal vez podrían hacer lo mismo por Sevilla y contentar así a esos diez aficionados disconformes. Claro que por el Guadalquivir ya no regresan los buques de Su Católica Majestad cargados con la plata de Indias, amenazan los piratas ingleses o llegan las urcas repletas con el paño de Flandes. Una lástima.

Aristócratas arruinados

2009 Noviembre 14
Por Saúl Ramos

Las cortinas, eso es, según cuentan los entendidos, lo último que venden los potentados  cuando su bancarrota es irremisible.

Mientras aún pueda mantenerse la farsa auspiciada por un apellido prestigioso, por un supuesto patrimonio que aguarda puertas adentro del palacio o por una vida social más o menos exclusiva todo irá bien. Hasta que las deudas no derriben el último velo del cortinaje y la realidad tozuda no emerja el aura de grandeza permanecerá salvaguardado.

En Atrápame si puedes, el perseguido timador Frank Abagnale (Leonardo Di Caprio) le pregunta a su perseguidor Carl Hanratty (Tom Hanks) cuál es el motivo de que los Yankees ganen siempre. “Porque todos se quedan embobados con las rayas de su uniforme” se responde a sí mismo Abagnale ante su escéptico interlocutor que, pragmático él, piensa que las victorias de aquel equipo de béisbol se deben simplemente a que ”Mickey Mantle juega para ellos”.

A un servidor le vino a la mente  esta conversación, caundo el otro día Antonio Mérida interpelaba en Telemadrid al entrenador del Alcorcón tras su gesta en el Bernabéu inquiriéndole si no le había decepcionado el millionario plantel de Pellegrini: “Es que yo veo la camiseta blanca y ya me acojono”, respondía el bueno de Juan Antonio Anquela dando la razón en forma castiza a aquel personaje de Spielberg.

Les confesaré que yo, al igual que Anquelotti, siempre he sido un poco crédulo sobre todo lo que tiene que ver con la mitología y los símbolos futbolísticos; Ganar por el escudo, o algo así creo que lo llaman.

Las cuatro jornadas transcurridas hasta ahora en la Liga de Campeones parecen contradecir esta máxima porque a estas alturas no hay ningún equipo infalible y entre los que suman más puntos encontramos a conjuntos como el Sevilla, Arsenal, Chelsea u Olimpique de Lyon que jamás ganaron esta competición, amén de algún sacrilegio histórico vivido como el del Rubin Kazán ganando en el Camp Nou, el Zurich tomando San Siro al asalto o el Atlético eliminado a las primeras de cambio tras no poder ni con el Apoel de Nicosia.

Tiempo al tiempo es lo único que se me ocurre decir. Ya verán cuando regrese la primavera, lleguen las eliminatorias y los grandes, los de siempre, impongan el peso de su Historia, su escudo y sus mangas europeas con el número de títulos logrados. Verán cómo las revelaciones se quedan en eso, a los aspirantes no les da para agarrar la orejona y las promesas no acaban de cumplirse. 

De los inéditos en la Champions tan sólo el Chelsea se me antoja como futurible campeón. Los londinenses ya sufrieron hace dos temporadas la alquimia de la tradición cuando su capitán John Terry se resbaló en Moscú mientras intentaba transformar en gol el penalti que pudo habérles hecho campeones por primera vez ante los favoritos e históricos diablos rojos de Manchester.  

Con el trauma ya pasado, este año siguen con los mismos jugadores que perdieron aquella final, cuentan con un entrenador prestigioso y ya triunfador en la competición como Ancelotti y la ambición por romper el oligopolio de los grandes es mayor que el respeto que sus colores les inspiran.

Los blues británicos son hoy en día la esperanza más sólida de los desposeídos de la Champions (aunque calificar así a un club presidido por el multimillonario Abramovich suene a sarcasmo), si éstos fallan ganarán algún dinero apostando por los Milan, Manchester, Juve, Madrid o Barça de turno quienes, lejos de vender las cortinas de sus uniformes, lo convertirán en cuanto lleguen las citas decisivas, en todo un telón de acero donde se estrellarán sus impresionados rivales.

Demasiado tarde

2009 Octubre 29
Por Saúl Ramos

No, no es por el retraso. Ya sé que pensarán a santo de qué surge un blog sobre la Champions cuando la ídem lleva ya unas cuantas semanas -y jornadas- de andadura.

Puntualizaré primero que a este pequeño foro no le interesa demasiado la máxima competición de clubes del balompié europeo o, al menos,  la parte más convencional de la misma. Me explico:

A servidor de ustedes siendo como es desde pequeño un fanático de balón y apasionado, como cualquier futbolero, de resultados, estadísticas, revelaciones, decepciones y debates más o menos triviales sobre el juego y quienes lo protagonizan, siempre cultivó sin embargo un gusto, llamémoslo excéntrico, por todo lo que rodea el espectáculo, por lo que queda al margen, por el revés de la trama en definitiva, y que incluye toda suerte de personajes rocambolescos, situaciones paradójicas y azares cruzados.

No se dejará pues deslumbrar este blog por las miríadas de estrellas champioñeras ni su triunfal sintonía- himno, ni siquiera su trepidante actualidad, rutilantes figuras o sus prestigiosos equipos, sino que nos apetecerá más dirigir nuestras humildes lucecitas literarias a lo que normalmente queda fuera de foco por raro, estrambótico, inexplicado o, como suele suceder, por fracasado.

Dicen que la historia de todos los fracasos que en el mundo han sido, se podría resumir recurriendo a las dos palabaras que, por ese motivo, encabezan este artículo: Demasiado tarde.

Ésa es la delgada línea roja que separa al campeón del perdedor, que sella lo que fue de lo que pudo haber sido y que marca el tiempo de los éxitos y los fracasos.

La Liga de Campeones esta preñada de los primeros y casi huérfana de los segundos, pero apenas rasquemos un poco sobre el brillo de las estrellas actuales hallamos sin dificultad el desaliento que les supuso llegar a ser distinguidas como tales.

¿Conocen por ejemplo la historia de un camerunés menor de edad que en su lucha por llegar a ser algún día futbolista profesional en Europa vivió durante meses como un inmigrante indocumentado y escondido en Francia tras ser rechazado por el Le Havre en su primera prueba en el Viejo Continente? Se llama Samuel Etoo.

¿O por casualidad  han oído hablar de un habilidoso niño argentino al que una enfermedad le hubiese relegado social y deportivamente por su déficit de producción de la hormona del crecimiento y al que las aptitudes futbolísticas enderezaron su destino gracias a que el Barcelona se hizo cargo del costoso tratamiento con la esperanza de convertirle en todo un crack ? Se llama Leo Messi.

¿O acaso prefieran el relato más cercano de un chico de instituto mostoleño, al que cuando reconocían en el metro un grupo de extraños, era objeto de gracietas y burlas acerca de la, por entonces penosa, situación del club en el que empezaba a despuntar? Se llama Íker Casillas.

Ésas serán las historias que preferiremos, presentes o pasadas; individuales o colectivas;  reales o legendarias.

Si les apetece que compartamos unas cuantasn de ellas sean invitados al partido y si no, pues aquí les les esperaré divagando en nuestra hamletiana portada.

El éxito tiene muchos padres pero el fracaso es huérfano, dijo un tipo al que le cortaron la producción de frases ingeniosas metiéndole una bala en la cabeza en pleno desfile presidencial. Nuestra particular Liga de perdedores aspira a dar nombres y apellidos . Si desean darse de alta en la lista, pues bienvenidos, y elijamos, primeramente, nuestra   bandera.