Los curas, de los entierros viven

2009 Agosto 24
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Por Antonio Vega

Los bares tienen estas cosas. En cualquiera de ellos encuentras graciosos y graciosillos. Pero graciosos no porque caigan en gracia o resulten atractivos a la vista, sino por su ingenioso sarcasmo para burlarse del contrario.

Manolón es uno de ellos. Dos cañas de más y enseguida abandona su papel de taxista para creerse protagonista del club de la comedia. Ayer tuvo lugar una de sus representaciones con los ojos achinados. Aconteció a raíz del cuarto título del Barcelona, la Supercopa, manteniendo la sobredosis de buen juego.

 ¿Sabes por qué los del atleti no van a misa?, le preguntó a Néstor.  Por la envidia que sienten cuando el cura alza la copa…

Simpatiquillo Manolón, del que sobra decir que tiene corazón azulgrana y lleva un año pletórico en chistecillos poco avezados, a cuenta de los Guardiola’ boys.

Pero Manolón, obecado en degustar más de las desgracias ajenas que de sus dichas peloteras, no es el único caso.

La sorna es uno de los efectos secundarios de este medicamento social llamado fútbol. Sus síntomas: anemia neuronal y fiebre chistosa, que convierte en verdad, aquello que alguien dejó escrito, de que “los curas, de los entierros viven” y, por la cúal, algunos presumidos aficionados alardean de que “un buen atlético jamás querrá que gane el Madrid, ni a los del Madrid que gane el barça”.  

Dicho lo cual, este año puede haber mucha mofa, sorna y cabreo a cuenta de la Champions. La final se juega en el Bernabéu. ¿Se imaginan un Madrid-Barcelona? Pobrecito él que la pierda. Si acontece claro.

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